Memoria y trauma
Las tres obras expuestas en este espacio conjugan una suerte de conexiones significativas sobre la irrupción con o sobre algo que persigue, atormenta y enclaustra al individuo. De esta manera la memoria se confiere en la capacidad de descender a los infiernos particulares de cada autor, haciendo consigo reflexionar al espectador sobre las problemáticas acuciantes que giran en torno a echar la vista atrás.
Las remembranzas más oscuras e incubadas por la psique son diseccionadas y usadas como punto primigenio a la hora de construir un discurso que está tanto en el mensaje más inmediato como en la forma o la materialidad que lo hacen posible. Javier Olivera utiliza así el impacto generado hacia el observador debido al contraste de tamaño, y por ende a la investigación en el asunto espacial, de las proyecciones. Un juego espacial que incumbe tanto el ojo que mira, como los ojos que son proyectados, la joven confinada en el cubo sólido e inmóvil donde es violada por Acteón. Francisco José Fargas nos limita también, nuestra mirada se encierra por lamas horizontales en una persiana veneciana. ¿Por qué el ciervo?, ¿por qué el hombre?, ¿por qué la mujer?; ¿y la gallina?, los andares por esa escalera a los recuerdos que da Kika Nicolela son a trompicones, desiguales; la gallina carente de gracilidad nos hace reír moviéndose de forma impredecible y así tornándose la síntesis más fidedigna de nuestra forma común y mundana de articular el discurso del trauma, algo que pesa tanto que es casi imposible crear una linealidad formal. Nicolela se permite cloquear tal y como se entiende, de manera irregular y confrontada, el humor y la desgracia son puntos disonantes que viven en ese pequeño y rupestre espacio, ¿por qué no? ¿acaso el acercamiento a nuestra propia memoria tiene normas preestablecidas? ¿hay algo eminentemente correcto en el momento de esa aproximación?
Hay un ejercicio de destrucción, la energía donde emana el surgir, el cambio; el poder del padre omnisciente, como el gran cineasta argentino Héctor Olivera frente a su hijo Javier Olivera, cuya unión freudiana con el statu quo cobra cada vez más peso en el universo de significación contemporáneo. Este convive en el espacio del patriarcado, la mirada sin represalias y la impunidad de marcar tu evolución y habitar en tu memoria. Frente a todo estos los autores viven y desviven en la huella bajo la agonizante búsqueda de la emancipación de los demonios que con cornamentas de ciervo les subyugan.
Texto: Ismael Cabrera
Javier Olivera nacido en la cosmopolita ciudad de Buenos Aires en 1969 se interesó por la pintura cuando joven gracias a sus maestros Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía. Pero, fue el cine su futura y principal vía de expresión, creando así importantes obras de ficción como El visitante (1999) o El camino (2000). Actualmente se encuentra en una fase de experimentación audiovisual sobre la memoria, su obra Monumentos (2019), surge directamente de su aclamado documental La sombra (2015).
Francisco José Fargas García formado en el Instituto del Cine Madrid es realizador audiovisual y profesional en grabación y edición de vídeo. Se define como un enamorado del arte y esto se ejemplifica en su obra más reciente La Femme Cerf (2018) la cual lleva consigo una larga lista de festivales de renombre.
Kika Nicolela es una de las artistas y directoras brasileñas más relevantes en el panorama del arte experimental. Licenciada en cine y video por la universidad de Sao Paulo, Nicolela utiliza la cámara como herramienta para el discurso de la identidad. Gracias a su multidisciplinariedad ha creado obras que abarcan el video, la videoinstalación o la performance, algunos de sus trabajos más destacados son Tropic of capricorn (2005), Desesmetak (2010) o Tidelands (2010-2016).