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Dónde Habitar
Ante la pregunta de dónde habitar uno siempre tiene que preguntarse primero la diferencia entre habitar y vivir, y los significados de cada uno de estos términos. Luego ya podremos pensar en cada una de sus posibles acepciones. Illich en La reivindicación de la casa decía «Habitar es la huella de la vida. Habitar es dejar huella». Y en un texto posterior El mensaje de la choza de Gandhi puede leerse «Solo los hombres pueden habitar. Habitar es un arte. Únicamente los seres humanos aprenden a habitar.» 

Si habitar es un acto solo de humanos y consiste en dejar huella, en aprender; y si habla de un habitat o contexto territorial, o incluso si nos enlaza de algún modo con la ciudad, la habitación o el hábito, en este comisariado veremos qué artistas han tomado algunas de estas ideas para sus piezas, qué les ha llevado a ello y qué posibles conclusiones se han tomado y por qué.

Si además de un acto únicamente de humanos, consideramos la necesidad de vivir, tendremos que ver si estamos o no conformes con nuestras vidas, si somos felices, si somos conscientes de lo que tenemos, de lo que no tenemos, o de lo que podríamos tener si simplemente eligiéramos lo que nos hace felices, sea esto importante, caro, sencillo o digamos utópico.

«Hombre no es el que camina sino el que elige y cuándo un hombre elige no camina sino vuela.» Facundo Cabral

Si uno se plantea de primeras dónde habitar, antes deberíamos definir ¿qué es? ¿para qué ? ¿cuál es el lugar que realmente uno quiere hacerlo? ¿elegimos el lugar o nos viene dado? ¿nos gusta? ¿lo sentimos nuestro? ¿nos pertenece o pertenecemos a él? ¿habitar es dejarse llevar? ¿hacer lo que no dicen? ¿contemplar cómo pasa la vida? ¿no hacer nada? ¿no parar de hacer cosas? ¿cómo hacerlo realmente, sin saber qué es eso? ¿cómo planear una ciudad? ¿Cómo plantear nuestra vida?.

El comisariado empieza cuestionandonos la idea de identidad a una región, territorio o país.  De la pertenencia a una bandera o himno que nos identifique. Pertenecer a un país, a una unión de países como es la Unión Europea, o votar y separarse de lo que supuestamente es el futuro, la unión de todos los individuos, de todas las naciones, de todas empresas. En un mundo donde cada vez es más difícil mantenerse separado, independiente Christina Schultz nos presenta mediante footage de películas y series policíacas el problema de Brexit en su obra Decision of no Return.

En la propuesta de Christian Lagata con título A World In Ruins nos habla de lugares distópicos, de construcciones para masas de campesinos como posibles soluciones habitacionales y el fracaso de estos, o éstas oposiciones a las utopías, el lugar donde todo es como debería ser. Leonardo Lippolis en «Viaje al final de la ciudad » lo definía como “Distopía, no solo indica negación sino también alteración, es, por tanto, la antítesis de la sociedad perfecta, un lugar del todo indeseable producto de los fracasos del “progreso”.

Si hablamos de lugares utópicos para habitar, el artista Carlos Llavata nos presenta Bruming my house (2088), una acción casi irónica sobre el concepto de limpiar nuestro hogar, en este caso el Mar Mediterráneo, totalmente deteriorado por el propio ser humano que lo ama y destruye al mismo tiempo. Y a la vez una acción que contrapone el deporte de ricos como es hacer submarinismo con la acción más cotidiana que es limpiar una casa.

Algunas personas aterrizan, se instalan en países y eso les hace cuestionarse de dónde se sienten, cómo se sienten, qué es lo que quieren ver, construir o qué modo de habitar les gustaría tener. Sergio Cabrera habitante a su vez de barrio de Vallecas en Madrid, España del que presenta en su obra Imágenes ahogadas nos habla de cómo unos individuos hacen suyo un territorio, levantando casas, calles, como un acto colectivo, solidario, político por una parte, pero apolítico pues no es un sentimiento de pertenencia a un color, estado, sino a un grupo social que les hace luchar por unos derechos, un tipo de vida. Sergio nos habla también de cómo estos territorios cambian y cómo las tecnologías se aproximan a los territorios, en muchas ocasiones borrando sus historias, deshumanizando para «facilitarnos nuestra existencia», o eso dicen.

Cuando el pueblo original tiene que desplazarse por megaproyectos urbanísiticos, eólicos, extractivistas, éste puede o deber levantarse y protestar. En la obra Neocolonialismo de la artista Beatriz Millón nos habla de el orden colonial con el que coexistimos y sus afectaciones a los pueblos originarios que resisten al despojo y a las constantes violaciones de derechos humanos.

Eugenio Ampudia, reivindica como suyo lugares icónicos de la cultura y la historia del arte. Comenzó la serie en 2008 en el Museo del Prado, bajo Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya y sigue templos del arte como la Alhambra, la feria de ARCO, la Biblioteca del Palácio Nacional da Ajuda en Lisboa, el Palau de la Música de Barcelona o la Academia de Roma. En su serie, hasta ahora sin fecha de fin, Dónde dormir nos propone el acto de ocupar espacios públicos como convulsión política de los últimos años (15M, Occupy Wall Street, Occupy Museums, etc.), y en su caso estas pernoctaciones se han convertido en un acto de resistencia en sí mismo y en toda una declaración de intenciones.

Unos se encierran en lugares de culto o cultura, otros se quedan en casa y deciden habitar su espacio, tomando éste como islas, como lugares a conquistar, como ya hizo Ben-Her con toda sus obras en familia, Alejandro Ramirez lo hace sin tocar el suelo. El artista en El camino más largo convierte su estudio en un espacio casi de juego, de desafíos y peligrosidades.

Si hablamos de cómo habitar un espacio, un centro de arte, de cómo suena, del vacío que se produce en él, el imposible silencio que lo habita, tenemos que hacerle un hueco a la pieza Room Tone 03 de Adrián M. Abellán. En ella el artista nos presenta un plano detalle de una esquina del espacio expositivo que muestra la pieza a tiempo real y nos deja unos auriculares para escuchar el espacio en un silencio previo a la muestra, por otra, fuera de estos auriculares que nos protegen del exterior, tenemos todo el sonido de un lugar concurrido, o no.

Pero si la ciudad no deja otra escapatoria que refugiarnos y no salir, como ocurrió con el miedo que nos hicieron sentir en la pandemia (2020-21), o escapar de ella e inventarnos otros posibles mundos o refugios, en ese caso las soluciones son variadas por los siguientes artistas presentes.

Por su parte, el artista Rubén Martín de Lucas, siempre de manera sutil nos habla de política, de territorio, de tiempo. Y en su serie Repúblicas Mínimas, proyecto de vida, y prepandémico se autoinvita a habitar un terreno durante 24 horas de no más de 100m2 y por una única persona, en este caso el propio artista. Pertenece a la serie Stupid Borders que pone sobre la mesa las fronteras absurdas que sirven para poner de manifiesto el carácter efímero, artificial y transitorio de estos convencionalismos sin los cuales somos aún incapaces de convivir.

Otros viven en espacios mucho más reducidos, 100m2 es un lujo que un inmigrante sin papeles, que trabaja de sol a sol en un campo de cultivo intensivo recogiendo fruta, no es capaz ni siquiera de soñar. El también español Eduardo Balanza nos habla de La Fragilidad de Habitar mostrándonos tanto con drones como con cámara en mano el nuevo capitalismo, las formas de habitabilidad asociadas al trabajo donde el habitat se construye con materiales de desecho y la vida no vale más que lo que consigas ese día, si consigues llegar al final de la jornada laboral de 16 horas diarias.

La pieza «ORDER» del colectivo Democracia nos plantea que si ni siquiera somos felices, o no tenemos ni la voluntad, ni la posibilidad de salir de nuestro entorno, quizás sea mejor romper con todo lo anterior y hacer un nuevo orden mundial, o puede que éste ya se hizo y no somos más que peones en un mundo que no nos pertenece y del que solo somos utilizados. El colectivo Democracia en tu tríptico operístico ORDER nos habla de las personas que pueden cambiar el mundo. Desde Houston, en el primer acto donde se simboliza el corazón del imperio, la sede histórica del conservadurismo americano. A Dublin, donde se celebra el segundo acto como una oda al consumo, con un coro de niños en la ciudad donde están las sedes de empresas como Apple o Amazon. Al tercer acto en Londres, donde personas con mucho poder político y económico (oleoductos, minerales) son cuestionados, así como el propio discurso hegemónico, tanto del sistema, las costumbres o historia, mediante una exquisitez estética que combina limusinas, panteras negras, niños monos, ricos, pobres y personas con ganas de otro mundo donde habitar.

«Dos caminos se me presentan,
yo solo he escogido el menos frecuentado,
esa es toda la diferencia». Robert Frost

Texto: Mario Gutiérrez Cru

 

Instalaciones
RUBÉN MARTÍN DE LUCAS (esp) Repúblicas Mínimas (2015-22)
EUGENIO AMPUDIA (esp) Dónde dormir ( 2008-22)
SERGIO CABRERA APARICIO (esp) Imágenes ahogadas (2020-21)
ADRIÁN M. ABELLÁN (esp) Room Tone 03 (2022-23)

Programa I (57 min)

CHRISTINA SCHULTZ (esp) Decision of no Return (8:08, 2017)
CHRISTIAN LAGATA (esp) A World In Ruins (5:50, 2019)
CARLOS LLAVATA (esp) Bruming my house (2088) (1:22, 2009)
BEATRIZ MILLÓN (esp) Neocolonialismo  (18:30, 2017)
ALEJANDRO RAMÍREZ (esp) El camino más largo (De arriba a bajo) (7:00, 2010-11)
EDUARDO BALANZA (esp) La Fragilidad de Habitar (14:08, 2019)

Programa II (60 min)

DEMOCRACIA (esp)
ORDER, Act I, Eat the rich/Kill the poor (23:09)
ORDER Act II Konsumentenchor (17:46)
ORDER Act III Dinner at The Dorchester (18:53)

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