
> KATHERINNE FIEDLER (per)
Lugar Común (Common Place)
2:07
2016
Desde el nacimiento de los himnos nacionales en la modernidad y la construcción a través del pasado siglo del mito de Beethoven, familias políticas de distinto tipo – incluso antagonistas, desde los republicanos franceses hasta los nazis en la primera guerra mundial, los chinos comunistas, la Rhodesia racista del apartheid – han usado el final de la “Novena” como una especie de contenedor vacío capaz de sostener cualquier argumento ideológico.
La “Novena Sinfonía” fue compuesta en 1824, bajo la influencia de los ideales de la Revolución francesa, como una pieza que encarnaba la Ilustración en Europa. Desde entonces ha sido una obra musical con gran influencia política en Occidente, hasta el punto de que la versión dirigida por Herbert von Karajan, miembro del partido nazi, fue designada como el himno oficial europeo en el año 1985.
La historia de la “Oda a la alegría” en el siglo XX es al mismo tiempo la del control de masas del pueblo y del poder del arte ideológico, convirtiéndose en una de las herramientas más simbólicas de propaganda y publicidad del proceso de colonización dentro de las formas de la globalización.