
> JEREMY HUTCHISON (ing)
En colaboración con Oisin Byrne y Donal Sweeney
Dear Mr Zuckerberg
2020
Estimado Sr. Zuckerberg es un diálogo unidireccional entre Jeremy Hutchison y Mark Zuckerberg. La correspondencia se realiza a través de los canales del artista en Facebook e Instagram, las plataformas de redes sociales propiedad del multimillonario tecnológico. En sus breves mensajes, Hutchison hace referencia a anécdotas personales y a crisis mundiales, como si escribiera a un conocido lejano. En momentos de cercanía, reconoce las similitudes entre la vida de Zuckerberg y la suya. Ambos son hombres, blancos y privilegiados. Cada uno está en cuarentena en casa con sus hijos. Cada uno está protegido del caos del mundo exterior. En estos momentos de identificación, el artista lidia con lo que él llama su propio «enredo con historias del poder masculino blanco». Pero la formalidad de su discurso también insinúa la jerarquía entre ellos. Teniendo en cuenta que las empresas de Zuckerberg generan ingresos a partir del trabajo en línea de sus usuarios, Hutchison podría considerarse un empleado, que se reporta debidamente al trabajo. En publicaciones recientes, sus cartas aparecen con animaciones cortas de la cara de Zuckerberg, presentadas en forma de maquetas. Mientras las letras humanizan a Zuckerberg, imaginándolo simplemente como otro ser humano, las animaciones lo presentan como un símbolo, un icono de riqueza y poder. Este trabajo en curso reconoce la trampa creada por las redes sociales. Es un modelo de negocio que se basa en la mercantilización del yo: experiencia, expresión e identidad.
By Jeremy Hutchison, in collaboration with Oisin Byrne and Donal Sweeney.
Dear Mr. Zuckerberg is a one-way dialogue between Jeremy Hutchison and Mark Zuckerberg. The correspondence takes place via the artist’s channels on Facebook and Instagram – the social media platforms owned by the tech billionaire. In Hutchison’s short communications, he references personal anecdotes alongside global crises, as if writing to a distant acquaintance. In moments of collegiality, he acknowledges the similarities between Zuckerberg’s life and his own. Each is white, male and privileged. Each is quarantined at home with his kids. Each is protected from the chaos of the outside world. In these moments of identification, the artist grapples with what he calls his own “entanglement with histories of white male power.” But the formality of his address also hints at the hierarchy between them. Considering that Zuckerberg’s companies generate revenue from their users’ online labor, Hutchison could be considered an employee, dutifully reporting to work. In recent posts, his letters appear with short animations of Zuckerberg’s face, presented on maquettes. While the letters humanize Zuckerberg, imagining him as simply another human being, the animations present him as a symbol—an icon of wealth and power. This ongoing work acknowledges the trap set up by social media. It is a business model that relies on the commodification of the self: experience, expression and identit