JAUME PITARCH Jabón de Alepo

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Jabón de Alepo
2014-2016
4:15:00

El «jabón de Alepo» proviene, como su nombre indica, de la antiquísima ciudad de Alepo, en Siria. Su modo de fabricación ancestral, se remonta a más de 2.000 años. Los primeros jabones de la historia eran emulsiones jabonosas líquidas. En Alepo, se introduce el proceso de saponificación y el uso de aceite de oliva y laurel; de este modo, aparece el que se cree que es el primer jabón duro del mundo o lo que hoy conocemos como “pastilla de jabón”. A raíz de las cruzadas en el siglo XII , la producción de jabón se extendió por todo el Mediterráneo, llegando a Italia, Francia (Jabón de Marsella) y España (Jabón de Castilla). Sus productores se refieren siempre a un dato que lo hace único y le otorga una mística especial: en la etapa final de su elaboración se seca bajo el sol de Siria. Jabón de Alepo (2014-2016) es el nuevo proyecto de Jaime Pitarch, para la realización del cual el autor ha contado con la participación voluntaria de más de 400 personas procedentes de una gran diversidad de colectivos, convocadas por el artista para ser filmadas en su estudio en Barcelona, durante el transcurso de cinco horas en un mismo día. La sencilla acción de lavarse las manos es filmada en un plano secuencia cenital en el que las manos de todos los participantes se suceden, repitiéndose la misma acción una y otra vez, menguando la pastilla de jabón hasta su total desaparición.

A través de esta simple acción Pitarch hace que converjan tres elementos simbólicos fundamentales que dan sentido al proyecto. Tal y como el artista expresa: “Por un lado existe el objeto, la pastilla de jabón menguante, que actúa como metáfora de la propia ciudad de Alepo que, sometida a una guerra fratricida, camina hacia su propia extinción y la de su sociedad civil; por otro el gesto de lavarse las manos que simboliza la inhibición de las sociedades del primer mundo, las cuales no actúan porque la acción ocurre lejos de sus fronteras, limitándose a seguir informados por los medios de comunicación. Allí acaba nuestra solidaridad. Finalmente, la duración: la acción del vídeo, que es repetitiva y de larga (5 horas) hace que el espectador se vea obligado a realizar una visión parcial de la obra, reproduciendo así los mecanismos relacionales que sostenemos con la realidad aludida: una comprensión de conflicto fragmentada, hecha de flashes informativos hilvanados que construyen o reducen la totalidad a una idea, el cómodo sustituto de la experiencia real, y que reportan una forma de conciencia acomodaticia”. Jaime Pitarch reitera acciones simples asociadas a formas de trabajo no especializado y utiliza objetos o elementos recuperados de la calle, de los medios de comunicación, o extraídos del ámbito institucional del arte, que mediante sutiles intervenciones permiten una relectura crítica, no de los mismos, sino de nuestro propio proceder en el contexto del cual provienen. El objetivo final del autor es ir conformando una suerte de arqueología simbólica de lo que en términos estadísticos llamamos coste social.

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