En la nueva edición del Festival PROYECTOR, planteamos un recorrido por los escaparates de SEARA y NUA, que transforman sus grandes ventanales en una cápsula de observación: un espacio intermedio entre el interior institucional y la vía pública, que funciona como metáfora de los mecanismos de control visibles e invisibles que rigen nuestras vidas.
En No more heroes, Avelino Sala desmonta literalmente la figura del héroe clásico, dejando sólo su ausencia tallada en negativo: botas vacías, monturas sin cuerpo. Esta imagen, a la vez irónica y trágica, pone en jaque la glorificación histórica de líderes masculinos y militares, y nos recuerda que muchos de sus monumentos están construidos sobre silencios forzados.
KAYA & BLANK, en Intermodal, desplazan la mirada a una escala industrial y global. El video capta la coreografía masiva de buques y grúas que sostienen la economía del consumo contemporáneo. Bajo su estética minimalista late una tensión: la fascinación por la maquinaria colosal y la ansiedad frente a un sistema que, en nombre de la eficiencia, invisibiliza cuerpos y agota recursos.
En Service au drapeau, André Goldberg ironiza sobre los gestos protocolares del poder. Las banderas —símbolos de naciones, pero también de exclusión— son servidas como si fueran platos finos en una mesa de negociaciones. El acto, repetitivo y ceremonial, pone en evidencia lo teatral, arbitrario y a menudo vacío de los rituales de soberanía y pertenencia.
Vistas desde la calle, estas obras nos invitan a mirar con distancia crítica —pero también con responsabilidad— los íconos, sistemas y rituales que definen lo que creemos ser como sociedad. En tiempos de crisis simbólica y colapso sistémico, el escaparate deviene espejo, vitrina y advertencia.
Texto de Rebeca M. Urízar